El mito de la castración de Urano


Una perspectiva astrológica:

En la Teogonía de Hesíodo encontramos una descripción de la cosmogonía griega, es decir, de los inicios del universo. Esta descripción cumple con la definición de mito que nos aporta Mircea Eliade, ya que propone pensarlo como una historia sagrada que cuenta el origen de algo, o un acontecimiento pretérito (Mito y Realidad-Mircea Eliade).

Hesíodo canta en su teogonía de la siguiente manera: 

“Elevando su voz sagrada, celebran primero la raza
de los Dioses venerables a quienes, en su origen,
engendraron Gea y el anchuroso Urano; porque de
éstos nacieron los Dioses, manantial de bienes.”

Según la cosmogonía griega primero fue el Caos y de su unión con Gea nació  Urano, también llamado el Cielo estrellado, que cubría a su madre-consorte e  implantaba en ella las semillas ideáticas de la creación. Gea (la Tierra) era la encargada de materializarlas. En esta cosmogonía, Urano representa el principio paterno universal y Gea el principio materno ligado a la fecundación.

 En palabras de Hesíodo:

“Antes que todas las cosas fue Caos; y después Gea
la de amplio seno, asiento siempre sólido de todos
los Inmortales que habitan las cumbres del nevado
Olimpo y él Tártaro sombrío enclavado en las profundidades. (…)
Y primero parió Gea a su igual en grandeza, 
al Urano estrellado, con el fin de que la cubriese por entero.”



De esta forma la cosmogonía griega nos instruye acerca de ciertos principios arquetípicos. Por empezar, todo surge en el mundo de las ideas, en el plano de la mente. Luego esas semillas de ideas serán materializadas por el principio creador femenino que da sustento a lo ideado. 

Dentro de la matriz astrológica Urano representa y rige al signo de Acuario, símbolo de las ideas creadoras. Acuario trabaja el arquetipo del vagabundo, que deambula con poco equipaje buscando ideas nuevas, potenciales creativos y exploración. Precisamente porque el arquetipo del vagabundo o el buscador, como lo llama Carol Pearson, tiene como función explorar nuevo territorio; es necesario que se mueva libre de prejuicios, raíces y con poco sentimiento de pertenencia.  

Esta construcción arquetípica polariza el símbolo de Gea como madre de la materia, que se emparenta con los signos de Cáncer y Tauro. La función del arquetipo materno es cobijar, sustentar y dar un apego seguro a las creaciones en su momento de vulnerabilidad. El signo de Acuario, si bien es opuesto y complementario al de Leo, tiene fuertes contradicciones con los signos de Cáncer y Tauro por la diferencia energética que proponen. El signo de Cáncer trabaja lo materno por excelencia, su regente es la luna y genera la vivencia de pertenencia y enraizamiento. A Cáncer le cuesta salir del clan, del gran útero con el que genera fuertes lazos afectivos. Esta energía de apego a la raíz es absolutamente necesaria en el desarrollo psíquico del ser humano, pero es contraproducente si a medida que pasa el tiempo no se balancea y se mezcla con una sana cuota de exploración de lo desconocido, es decir, de lo exogámico. 

Algo parecido sucede con Tauro, signo en el cual la luna se encuentra exaltada. Tauro nos trae el arquetipo del inocente, que propone la construcción de una zona de comodidad, donde existen garantes absolutos del bienestar. Representa el Edén mítico donde Dios es garante de todo y se desconoce la diferencia entre el bien y el mal. El inocente también polariza en cierto modo al arquetipo acuariano del buscador, ya que en la etapa edénica la curiosidad es castigada. El afán exploratorio nos lleva a abandonar la zona de comodidad y salir de la inocencia, pues conocemos aspectos del mundo que nos muestran la amplitud de la creación. En este caso el camino de evolución también propone el encuentro de dos tendencias opuestas: la posibilidad de tener un refugio, un espacio de comodidad; combinado con la exploración del mundo más allá de las fronteras conocidas. 
De alguna manera, Urano y Gea deben combinarse en nuestro interior para que podamos individuarnos e integrarnos. Lévi-Strauss, un gran estudioso de la mitología afirma que todo mito nos permite: 

• Plantear una pregunta existencial respecto a la creación de la tierra, la muerte, el nacimiento, las etapas críticas de la vida, etc. 
• Componer  pares opuestos que parecen irreconciliables: creación-destrucción, vida-muerte, dioses-hombres, masculino-femenino, etc.
• Aportar una posibilidad de reconciliar esos binomios, para avanzar en lo que Jung llama el proceso de individuación. 



Así como el mito cosmogónico griego nos plantea la polaridad entre idea y materia, vagabundo e inocente, madre y padre; también nos plantea la salida hacia la integración de estas energías tan disímiles. Sigamos viendo qué sucede con el mito. Según Hesíodo el panorama se completa así: 

“De todos los hijos nacidos de Gea y Urano, eran los
más poderosos. Y desde el origen fueron odiosos a
su padre. Y conforme nacían, uno tras de otro, los
sepultó, privándolos de la luz, en las profundidades
de la tierra. Y se alegraba de esta mala acción, y la
gran Gea gemía, por su parte, llena de dolor . Luego, 
ella abrigó un designo malo y artificioso. 
—Queridos hijos míos, vástagos de un padre culpable, si queréis obedecer, tomaremos venganza de la acción injuriosa de vuestro padre, porque él fue 
quien primero meditó un designo cruel. 
Habló así, y el temor los invadió a todos, y no respondían ninguno de ellos. Por fin, recobrando ánimo el grande y sagaz Cronos dijo así a su madre venerable: 
Madre, en verdad te prometo que llevaré a cabo 
esta venganza. Efectivamente, ya no tengo respeto a
nuestro padre, porque él fue quien primero meditó 
un designo cruel. 
Habló así, y la gran Gea se regocijó en su corazón.”

El proceso de re-infetar las creaciones en el útero cósmico de Gea habla del proceso abortivo propio de Urano, que posee una energía ondulante e interrumpida. Así como el vagabundo va de experiencia en experiencia buscando estímulos e interrumpiendo cualquier atisbo de intimidad o de raíz, Urano va de idea en idea abortando el proceso de materialización porque lo dejaría esclavo de una forma estabilizada. Urano re-infeta las creaciones en Gea para sentirse libre, para evitar el momento de echar raíz, de estabilizarse. Por otro lado, la entronización de este aspecto vagabundo en Urano conlleva a una paralela entronización del arquetipo materno en Gea, que debe abrigar en el útero a todos sus hijos por más tiempo del necesario. La madre tierra, cansada de gemir de dolor, trama la venganza con Cronos, el titán más despierto de su estirpe. 

Cronos se relaciona con Saturno, el regente de Capricornio. Este signo comparte con Gea el elemento tierra y con Acuario la regencia de Saturno (Acuario tiene una doble regencia planetaria:  Urano pero también Saturno). De alguna manera Cronos se presenta como un arquetipo intermedio entre Urano y Gea; fundamentalmente por ser hijo de ambos, lo cual plantea una fusión de su madre y su padre en su interior.  



Según Hesíodo, Cronos se refugia en las sombras con una hoz en su mano y espera que, como todas las noches, su padre se cierna sobre su madre para fecundarla con sus nuevas ideas. En ese momento lo castra con la hoz y lo destierra; convirtiéndose en el nuevo padre olímpico. La mitología cuenta que de esa castración surgió la bella Afrodita, bañada en la espuma del mar, Las Erinias, los Gigantes y las Ninfas. 

El mito cosmogónico nos ofrece una salida simbólica para la tensión aparentemente irreconciliable entre Gea (el principio estabilizador) y Urano (el principio disruptor). Si bien a primera vista parece que la opción es desterrar a Urano y sacrificar nuestro aspecto creador, mirando más profundamente vemos que Urano sigue presente en la forma de las creaciones que deja la castración: Afrodita, las Erinias, los Gigantes y las Ninfas. 

Todos llevamos dentro esta tensión, por ello es arquetípica. La polaridad entre estabilidad y creación es universal. Para crear es necesario salir de la zona conocida, es necesario abandonar la fórmula que venimos aplicando, pero para poder completar un proceso creativo es necesario estabilizar y dar forma a la idea. En general los seres humanos tendemos a instalarnos en alguno de los dos polos: tenemos gran capacidad de estabilizar y materializar pero perdemos capacidad de movernos y crear ideas diferentes, o tenemos gran capacidad de generar ideas y explorar pero nos aburre concretar. 

Saturno aparece en el mito y en la matriz astrológica como una figura capaz de sintetizar aspectos de la madre Gea canceriana y del padre Urano acuariano. Resulta extraño a primera vista porque Saturno es el planeta de la estabilidad y del statu quo, llamado entre los junguianos el senex. Pareciera estar mucho más del lado de la regulación y la estructura que del lado de lo creativo y cambiante. Pero para ello tenemos el complemento de la figura venusina que aparece como legado de la castración de Urano. Venus es un planeta que se puede relacionar fácilmente  con capricornio y Saturno, pues es el regente esotérico de este signo. Los regentes esotéricos comandan el aspecto más interno y evolutivo de cada arquetipo zodiacal y parece que el estructurado y exigente capricornio está tocado por la suave y amorosa Afrodita. 

Además, dentro del mito, la diosa del amor y la belleza surge del acto creativo de Saturno, que castra a Urano e instaura una revolución.  Pareciera que Saturno aparece como un primer nivel de síntesis entre Gea y Urano y Venus aparece como un segundo nivel de síntesis entre la nueva polaridad Saturno-Urano. 

Quizás el primer movimiento psíquico hacia la integración de estas tendencias es transformar la potencia creativa de Urano en algo real. Esa es la función de Saturno en el acto de castración. Como todo símbolo, este acto tiene múltiples significados; pero podemos tomar uno de ellos y proponer pensarlo como un movimiento de aterrizaje de la inestabilidad uraniana. El miembro viril es un símbolo de la capacidad creadora del hombre, la mezcla de este miembro con el mar (símbolo de lo inconciente y lo femenino) da a luz a un nuevo arquetipo que fusiona conceptos antes fragmentados. Este arquetipo es Venus. 

La diosa del amor tiene la carnalidad y el asiento en la materia propio de Gea y la libertad de Urano, ya que Afrodita es una diosa de amores libres. Este segundo nivel de integración permite una sincretización de arquetipos y abre un modelo de solución que todos podemos utilizar para enfrentarnos a la tensión creación-regulación. 

Por último podemos agregar que Saturno con su hoz castradora es un símbolo de transformación. La hoz aparece como elemento primordial de un arquetipo exportado del Tarot: La muerte. Como sabemos, este arcano representa la transformación radical que barre con todo lo que está de más en nuestras vidas. Parece que el efecto saturnino en el mito que relatamos es ése. Saturno recorta de la potencia uraniana aquello que debe rescatarse para alquimizarse y transformarse en otra cosa, genera una nueva forma de interacción entre Urano (representado ahora por su miembro) y Gea (representada por el mar que lo acoge). El símbolo creativo que queda como saldo de la operación alquímica es venus, planeta regente de Libra; cuyo regente esotérico es Urano, y regente de Tauro; signo indisolublemente ligado a la madre tierra. 

Utilizar nuestro arquetipo venusino puede ser una excelente forma de crear y ser libres, sin perder el contacto con nuestros instintos y raíces. De esta forma el mito nos plantea la problemática y también un modelo de posible solución. La astrología mezclada con la lectura mitológica nos ayuda a comprender de una manera personal (a través de nuestra carta natal)  temas arquetípicos y universales. Desde este punto de vista, indagando la posición de venus en nuestra carta natal, podríamos trabajar la síntesis entre creación y estabilidad, podríamos también analizar los conflictos y las cualidades energéticas con las que este arquetipo se expresa en nuestra vida individual.  


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