ESTATUTOS PARA UN BUEN TAROTISTA

Hay que diferenciar a los Tarotistas de los videntes, hechiceros o ritualistas, mediums ,..., etc. pues no todos son varias cosas.
La primera motivación del Tarotista debe ser la de prestar un servicio a través del tarot regulando los precios de manera que sean justos y equitativos para todos los profesionales.

Es imprescindible recordarle al consultante que no tema las cosas que aparezcan en la tirada de cartas, ya que éstas son los instrumentos con los que va a contar para corregir y mejorar su vida y la de sus familiares. Saber que no hay cartas “buenas y malas” sino que todas expresan estados interiores. El concepto de bien y mal es solo una creencia mental basada en nuestros juicios personales de la realidad. Lo que para una persona pueda estar bien para otra mal y viceversa.


Es importantísimo remarcar siempre que el futuro se puede cambiar. Daremos siempre esperanza al consultante y a ver el lado positivo de cada situación.
En preguntas sobre relaciones afectivas (por ejemplo) u otras, en lugar de hablar sobre engaños, infidelidades o dar la culpa a terceras personas, nos centraremos en ver que no funciona en la relación, y si tiene solución.
No debemos diagnosticar enfermedades con el Tarot ni tratar de “curarlas” por medio de rituales, pues esto corresponde sólo a los médicos. Si preguntan sobre la salud, le enviaremos al médico en caso que el tarot avise sobre algún problema. El consultante debe acudir al especialista para que le pueda tratar su enfermedad de forma más rápida ya sea con la medicina tradicional o la alternativa.



Si el consultante pregunta por una tercera persona, no se debe realizar la consulta sin el permiso de la misma. Pero, sí podemos preguntar acerca  de la relación con ella o como sus acciones nos afectan de forma directa o indirecta.  
Enseñar al consultante que no siempre sus problemas son resultado de trabajos de magia negra, ya que en la mayoría de ocasiones lo que nos ocurre es producido por nosotros mismos. Limitar los rituales si es preciso ya que se educa al consultante que no todo tiene una solución mágica. Tenemos tendencia a echar las culpas a los demás de situaciones creadas por nosotros mismos. El Tarot  y la Magia son conceptos distintos por lo que cada profesional debe saber calificarse a sí mismo desde su potencial y no mezclar habilidades.
Quedarán expresamente fuera de nuestro trabajo actos tales como: realizar trabajos para separar una pareja, para perjudicar a alguien, para conseguir el amor de una persona, para que la otra persona “cambie”, etc. En todo caso pediremos ayuda a su Ser superior para que le dé luz, comprensión y le despierte el amor. 


Dignificaremos nuestra labor en todos los ámbitos. Y nos esforzaremos para dar una buena imagen. Siempre que sea necesario defenderemos nuestro trabajo,  haciendo pedagogía con nuestro ejercicio diario en el ámbito privado y público. Defenderemos nuestra labor delante de afirmaciones injustas, difamaciones y ataques basados en informaciones inútiles.

Es conveniente aclarar que somos intérpretes del Tarot y no videntes (en caso de no serlo, diferenciando cada don y no tendiendo a acumular facultades que no se poseen). Las cartas reflejan la situación planteada a través de la sincronicidad y la evolución de una situación.  El tarot, la magia y la videncia son tres campos distintos, aunque pueden coexistir. Nosotros no “vemos”, sino que “interpretamos” las cartas (diferenciando la videncia como medio de “ver” sin herramientas).



Debemos plantear preguntas de forma clara y dar respuestas de forma clara, ahorrando tiempo y charlas poco clarificadoras.
Debemos saber que el tarot es un oráculo y cuanto más concreta sea la pregunta mejor. A mayor claridad de la pregunta mejor claridad de la respuesta.
Cuando alguien nos pregunta por el tiempo debemos saber: que en el inconsciente no hay tiempo porque es igual que el mundo de los sueños y se viven acontecimientos sin saber en qué época ocurren.  



El tarot marca hechos, no fechas.

El futuro es la consecuencia de nuestros actos, aunque sí nos condiciona el país donde nacemos, la raza, la familia, etc. El Tarot nos ayuda a comprender nuestro presente para crear nuestro propio futuro. 

Gracias al Tarot podemos identificar los condicionantes que van a incidir en su destino, es decir, aquellos aprendizajes que va tener que realizar a lo largo de su vida. El futuro (es decir, las acciones concretas a través de las cuales realiza este aprendizaje) las decide cada uno con su libre albedrio. 


El Tarot no fue creado para responder a preguntas como: ¿me va a tocar la lotería? ¿Cuándo se morirá tal persona? ¿Cuántos años viviré? Más bien fue creado como una herramienta que permite vislumbrar nuevas y/o distintas posibilidades. Este tipo de preguntas se pueden formular en diferentes contextos pero se pueden evitar de manera directa.

Dar al consultante la respuesta y consejo que realmente necesita aunque no sea lo que él espera oír. El Tarot responde en primer lugar al consultante.



Creemos en el libre albedrío. Las cartas indican pero no sentencian. Cuando interpretamos una lectura del Tarot vemos como está cada situación en esos momentos y hacia dónde se dirige.
A  partir de ahí, es el propio consultante quien  decide si va por este camino o por otro.

Informamos de las opciones, no tomamos decisiones. Delante de cualquier decisión del o de la consultante, nosotros informamos de las diferentes opciones, pero es la persona quien debe decidir hacia donde quiere ir, cómo y cuándo. Eso sí, nosotros debemos informarle de que es lo que puede encontrarse en cada camino.

Respetamos las maneras de pensar y hacer. No juzgamos. En ningún caso emitiremos juicios  internos ni externos del o la consultante. Cada uno tiene sus razones y nadie es ni peor ni mejor. Nosotros no sabemos cómo actuaríamos en esas mismas circunstancias y con las experiencias de otro.



Ayudamos a aprovechar y a sacar el máximo partidos de los potenciales  del o la consultante y de cada momento. Los oráculos son herramientas con las que podemos ayudar y guiar muy bien a los demás. Una de las maneras, es fomentar los potenciales y recursos que todos tenemos, y que muchas veces no vemos o no somos conscientes y evitamos el protagonismo absoluto ante los demás dando una imagen serena, confiada, profesional, cauta, sincera y solidaria. Y cuando vemos un buen momento en cualquier ámbito (trabajo, sentimientos, dinero, crecimiento personal…) debemos hacer que el/la consultante lo aproveche al máximo.

Detectamos las posibles dificultades y buscamos soluciones y maneras para evitarlas y/o superarlas. Cuando vemos una dificultad, sea la que sea, pequeña o grande, siempre deberemos avisar a nuestro/a consultante y orientarlo/a positivamente sin asustar. Deberemos ver cómo podemos superar o evitar las situaciones más complejas y, si no podemos, encontrar cual es el camino más suave y qué aprendizaje debe realizar para superar de la mejor manera la dificultad. Nunca seremos deterministas, ni negativos, ya que esto solo inquietaría más a nuestro consultante y empeoraría la situación. A nosotros nos corresponde ayudar a la persona consultante a ver otras opciones y posibilidades.

Utilizamos un lenguaje claro y adecuado. Es muy importante utilizar un lenguaje que se entienda, que sea cercano, concreto y claro, sin divagar ni dispersarnos. Deberemos evitar lenguajes muy técnicos (sobre todo en astrología).

Confidencialidad de la información. Tanto de la que hemos recibido por parte del/la consultante, como de las recomendaciones y orientaciones. En sentido amplio y profundo. La persona que ha venido a nosotros lo ha hecho con toda la confianza y merece la privacidad de todo lo que se ha explicado y de su propia persona. Siempre aplicaremos el secreto profesional.



No utilizaremos información en beneficio propio. No utilizaremos nunca ni directa ni indirectamente, la información en beneficio propio.

Sólo las acciones y decisiones de la persona consultante pueden modificar su futuro. La única cosa que nosotros podemos hacer y debemos hacer de la mejor manera que nos sea posible, es orientar. La última palabra sólo la tiene el propio consultante con su trabajo personal. Por lo tanto, nunca intervendremos de ninguna manera para modificar su futuro ni con magias, ni dirigiéndole la vida, ni diciéndole lo que debe hacer.

Tendremos un precio establecido previamente, definiendo el servicio que daremos. La retribución deberá estar ajustada a la dedicación, capacidad y experiencia contrastada. Informaremos de las características del servicio que ofrecemos en nuestros materiales de difusión y a la hora de concertar una visita, indicando la duración de la consulta, si adjuntaremos algún documento o grabación y el precio de la misma.



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