ESCROTO
"Nos podemos imaginar
el escroto como un péndulo colgado en un hilo que sería equivalente al torso,
el centro energético y de la gravedad. Le dejamos caer de lado a lado, como un
vaivén, le hacemos girar como en un círculo alrededor de su centro, siempre en
la perfección. Dejamos bailar al escroto, le acariciamos, le fortalecemos, le
relajamos… nos concienciamos de nuestro cuerpo de hombre, las partes escondidas
pero sagradas, sus funciones, su movilidad natural, nuestra naturaleza
masculina.
Cuando bailamos, el escroto
vuelve a la vida, vuelve a ser acariciado por el movimiento, y podemos
concienciarnos de su existencia con visualizaciones, pensamientos o simplemente
bailando con él. Podemos volver a sentirlo, conectarnos con él, disfrutar de
ese manantial de creatividad y el verdadero placer masculino.”
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