Humildad
Adorable en su
simplicidad.
La humildad es esa
etapa de la conciencia en la cual, cualquiera que sea la realización, sabes que
el infinito todavía está frente a ti.
La humildad es el
reconocimiento de que uno no sabe, que no sabe nada, y que puede haber algo más
allá de lo que actualmente nos parece ser verdadero, más noble, más
desinteresado.
_________________________________________________
OM NAMO BHAGAVATE
MADRE SRI AUROBINDO
OM NAMO BHAGAVATE
SRI ARAVINDAYA
https://youtu.be/wyIz8RqgoyA
PLEGARIA
Permite, Señor, que
sea como un fuego que alumbra y calienta,
como una fuente que
sacia, como un árbol que abriga y protege…
Los hombres son tan
desgraciados e ignorantes y están tan necesitados de ayuda...
Mi confianza en Ti,
mi certeza interior crecen día a día;
y día a día también
siento Tu amor más vivo en mi corazón,
Tu Luz más
deslumbrante y más dulce a la vez,
y cada vez puedo
distinguir menos Tu Obra
de mi vida y mi
individualidad de la tierra entera.
Señor, Señor,
Tu Esplendor es
infinito,
Tu Verdad
maravillosa;
y Tu Amor
todopoderoso salvará el mundo.
_________________________________________________________________________________________
LECTURA
«Toda plegaria
ofrecida con un espíritu justo nos aproxima al Divino y establece una relación
justa con él».
¿Qué quiere decir «un
espíritu justo» en esta carta? ¿Querrías aclarármelo?
Con humildad y
sinceridad.
Baste decir que todo
espíritu de mercadeo es una insinceridad que le quita todo el valor a la
plegaria.
*
Nada es difícil para
quienes llaman sinceramente al Divino.
¿Es una ayuda la
moral?
¿la moral no nos ha
ayudado a aumentar nuestra consciencia?
Eso depende de la
gente. Hay gente a la que le ayuda y hay gente a la que no ayuda en modo
alguno.
La moral es algo
totalmente artificial y arbitrario, y en la mayoría de los casos, entre los
mejores, frena el verdadero esfuerzo espiritual pues te proporciona una esa
especie de satisfacción moral de que uno está en el camino recto y de que uno
es un hombre honesto que cumple con su deber satisfaciendo así todas las
necesidades morales de la vida. Entonces, está uno tan satisfecho de sí mismo
que uno ya no cambia ni hace más progresos.
Es muy difícil para
un hombre virtuoso entrar en el camino de Dios; lo hemos repetido mucho, pero
es totalmente cierto, que este tipo de hombre está, entonces, muy satisfecho de
él mismo y cree que ha realizado lo que debía realizar, no tiene ya aspiración
ni incluso esa humildad elemental que hace que uno desee hacer progresos.
¿Verdad?, lo que aquí denominamos como un hombre sátwico es aquel que,
generalmente, está asentado muy confortablemente en su virtud y no piensa nunca
salir de ella. Eso le coloca a millones de leguas de la realización divina.
Lo que ayuda, hasta
que uno haya encontrado la luz interior, es crearse un cierto número de reglas
que, naturalmente, no deben ser completamente rígidas y fijas, sino lo bastante
precisas para no salirse completamente del camino recto o cometer errores
irreparables –errores cuyas consecuencias durarían toda la vida.
Por eso es bueno
erigir en sí un cierto número de principios, pero que para cada uno deben de
estar de acuerdo a su naturaleza. Si adoptáis una regla social, colectiva, os
colocáis inmediatamente bajo la dependencia de esa regla social, y eso os impide casi radicalmente hacer un esfuerzo
de transformación.
Servir a la
humanidad
¿Por qué deseáis
servir a la humanidad? ¿Cuál es vuestra
idea? Es la ambición; es para llegar a ser un gran hombre entre los hombres.
¡Ya veo que es muy
difícil de comprender!... ¡Ya veo!
El Divino está en
todas partes. Entonces, ¿si se sirve a la Humanidad, se sirve al Divino?
¡Es maravilloso! Lo
más claro es decir: «El Divino está dentro de mí mismo. ¡Si yo me sirvo a mí
mismo, sirvo también a Dios!». En efecto, el Divino está en todas las partes.
El Divino hará lo que tenga que hacer muy
bien, sin nosotros.
Ya veo que no
comprendéis. Pero verdaderamente, si comprendéis que el Divino está ahí, en
todas las cosas ¿por qué os ponéis a servir a la humanidad? Para servir a la
humanidad es preciso que sepáis mejor que el Divino lo que es necesario hacer
por ella. ¿Sabéis vosotros mejor que el Divino cómo servir?
El Divino está en
todas las partes. Sí. Las cosas no tienen el aire de ser divinas... Yo no veo
más que una solución si deseáis ayudar a la humanidad, sólo podéis hacer una
cosa, y es dejaros llevar tan totalmente como sea posible y ofreceros al
Divino. He aquí la solución. Porque así, al menos, la realidad material que
representáis podrá parecerse un poco más al Divino.
Se dice que el Divino
está en todas las cosas. ¿Por qué no cambian las cosas? Porque el Divino no
obtiene respuesta, porque las cosas no responden al Divino. Es preciso buscar
en el fondo de la consciencia para verLe. ¿Qué deseáis hacer para servir a la
humanidad? ¿Dar de comer a los pobres? Podéis alimentar a millones, eso no es
una solución, el problema seguirá igualmente. ¿Proporcionar nuevas y mejores
condiciones a la humanidad? El Divino
está en ello, ¿Cómo es posible que eso no cambie? El Divino debe saber mejor
que vosotros las condiciones de la humanidad. ¿Qué sois vosotros? Vosotros no
representáis más que una pequeña cantidad de consciencia y una pequeña cantidad
de materia, es lo que vosotros llamáis «yo». Si deseáis ayudar a la humanidad,
al mundo o al universo, lo único que hay que hacer es que esa pequeña cantidad
sea enteramente entregada al Divino. ¿Por qué el mundo no es divino?... mmm...
Está claro que el mundo no está en orden.
Entonces la única solución al problema
es entregar lo que os pertenece. Dadlo totalmente, enteramente al Divino –no
solamente por vosotros mismos sino por la humanidad, por el universo. No hay
mejor solución. ¿De qué modo deseáis
ayudar a la humanidad? ¡Ni siquiera sabéis lo que lo que le hace falta! Quizá
sepáis todavía mucho menos a qué poder servís. ¿De qué modo podéis cambiar algo
sin antes haber cambiado vosotros mismos?
En todo caso, no sois
lo bastante poderosos para hacerlo. ¿De qué modo deseáis ayudar a otro si no
tenéis una consciencia más alta que la de él?
¡Es una idea
totalmente infantil! Son los niños quienes dicen: voy a construir un dormitorio
común, voy a construir una guardería infantil, ofrecer sopa a los pobres,
predicar un conocimiento, propagar una religión... Es sólo porque os
consideráis mejores que los otros, porque sabéis mejor que ellos lo que ellos
deben ser o hacer. Eso es servir a la humanidad. ¿Deseáis continuar todo eso?
Eso no cambia mucho las cosas. No es para ayudar a la humanidad por lo que se
abre un hospital o una escuela. (...)
Podréis abrir
millones de hospitales, eso no impedirá que la gente caiga enferma. Al
contrario, tendrán todas las facilidades y estímulos para caer enfermos.
Estamos llenos de ideas de este tipo. Eso hace que os sintáis cómodos: «Yo he
venido al mundo, yo debo ayudar a los otros». Uno se dice: «¡Qué desinteresado
soy! Voy a ayudar a la Humanidad». Todo eso no es nada más que egoísmo.
De hecho la primera
humanidad que debe preocuparos sois vosotros mismos. Queréis atenuar el
sufrimiento, pero a menos que cambiéis la capacidad de sufrir por una certeza
de estar felices, el mundo no cambiará. Todo seguirá igual, todo sigue dando
vueltas, una civilización sucede a la otra, se produce una catástrofe tras otra. Pero la cosa no cambia porque hay
algo que falta, algo que no está ahí: es la consciencia. Eso es todo.
La disciplina
exterior
¿Pero no ayuda una
disciplina exterior?
Si os imponéis una
disciplina a vosotros mismos que no sea demasiado estúpida, puede seros de
ayuda. Una disciplina, os digo, las disciplinas, los tapasyas, y todas las
disciplinas ascéticas son, como se las practica ordinariamente, el mejor medio
de fabricaros un orgullo, de construiros un orgullo tan formidable que jamás,
jamás podréis transformaros. Habría que romperos eso a golpe de martillo.
La primera condición
es una sana humildad que os haga ver que, a menos que estéis sostenidos,
alimentados, ayudados, iluminados, guiados por el Divino, ¡no sois
absolutamente nada! Eso es. Cuando
hayáis sentido eso, no solamente comprendido con la cabeza, sino sentido hasta
en vuestro cuerpo, entonces comenzaréis a ser sabios, pero no antes.
La verdadera
humildad
¿Cuál es la verdadera
manera y la mala manera de ser humilde?
Es muy simple, cuando
se dice a la gente «sed humildes», piensan inmediatamente en «ser humildes con
respecto a otros hombres» y esta humildad es mala. La verdadera humildad es la
humildad con respecto al Divino, es decir, el sentimiento preciso, exacto,
vivo, de que uno no es nadie, de que uno no puede nada, de que uno no comprende
nada sin el Divino, que incluso si uno es un ser excepcionalmente inteligente y
capaz, eso no es nada en comparación con la Consciencia divina; y eso, uno debe
tenerlo siempre presente, para que uno tenga siempre la verdadera actitud de
receptividad –receptividad humilde, que no opone pretensión personal respecto
al Divino.
Comentarios
Publicar un comentario