El Hermes del Renacimiento.


Jung afirma que “Hermes es una de las figuras más llenas de contradicciones del sincretismo helenístico, del cual emanaron decisivos desarrollos para el hombre occidental”.

Podemos distinguir tres figuras de Hermes antes del Renacimiento:

El egipcio Thot Hermes (del cual habla Platón).

El grecorromano, que es el Hermes Mercurio de la mitología.

El egipcio-helenístico-árabe Hermes Trimegisto, el “tres veces grande”.
 
 

Todas estas figuras del dios están relacionadas con la idea de transmisión hermética, que busca garantizar la perennidad de un saber primordial iniciático, transmitido por el Verbo (Logos) de Hermes, a aquellos filósofos o adeptos que a través de diversas prácticas perpetúan el espíritu.

Trabajan para que los hombres sobrepasen todas las formas del dualismo.

Su visión del mundo está fundamentada en la existencia de fuerzas de “simpatía” que unen al macrocosmos (universo) y al microcosmos (hombre) promoviendo la alianza o pacto entre los hombres y la Naturaleza, la Naturaleza y Dios, Dios y el hombre.

Hermes Thot: Escriba divino inventor de la palabra y de la escritura, Maestro de todo conocimiento oculto. Dios mediador, ritualista, mago, más que a una persona señala una influencia espiritual.

Hermes Mercurio: Símbolo de la transformación-transmutación, se acerca más al Maestro como “pastor” que como dios.

Hermes Trimegisto: Depositario de un saber secreto que despierta la reminiscencia; su camino nos lleva al camino de la Creación. Actúa como un espejo, refleja el cielo en la Tierra y la Tierra en el cielo, lo invisible en lo visible y viceversa. Enseña el secreto de las imágenes y de la imaginación.

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